jueves, 3 de enero de 2013

0 ES 3


Estaba sentado, tronándome los huesos uno por uno, a punto de levantar mis motetes –que ya estaban preparados dentro de mi cuarto  – para irme y quizás nunca volver, nunca, nunca volver. Hay veces que las ganas de regresar no bastan, son como las palabras que ahora se me escapan, son cucarachas cuando abro una gaveta.

Sucede que cuando llegué pude ver un rótulo que leía: “0 ES 3”. “Vaya, qué originales”, fue lo que pensé sarcásticamente para mis adentros, acostumbrado a despreciar conceptos, incluso antes de asimilarlos debidamente. Pero las cosas de esta vida no son más de lo que hacemos con ellas, la serie de impresiones e interpretaciones que constituyen nuestra existencia deben dilapidarse todo el tiempo, son derechos civiles, hay que abusarlos para no perderlos, y para empujarlos cada día más lejos hay que ser verdaderamente malcriado.

Acostumbrado a correr hasta entonces, me encontré encariñado a la arena que el día anterior daba vueltas en un caleidoscopio, antes todavía guardaba huevos de tortuga y antes aún que eso, trató de matarme alejándose cada vez más mientras el agua me chupaba hacia el misterio negro y frío que esconde en sus tripas. Ahora que ya los perdoné a todos, no me puede importar menos. En uno de esos pósters cursis leí que sólo el espíritu en paz es capaz de contemplar la belleza verdadera. No estoy tan seguro, pero creo que puedo hablar de un pesimismo resignado, una actitud emparejada, así como la del borracho que jala.

Entonces le di vueltas al 0 es 3 y encontré verdades propias, me demostró matemáticamente que nada es todo y que todo es nada. El tiempo es como luz sellada en el interior de una esfera de espejos…  entonces comprendí: Irse es quedarse y volver al mismo tiempo. Un acto que iguala a 3 actos que se cancelan al contradecirse, y que, por lo mismo, igualan a 0. Clavé mi chancleta firme sobre la arena y levanté todas mis mierdas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario